TRADICIONES



Entre las costumbres más arraigadas en la comunidad se anota la asistencia a los actos religiosos, deportivos, sociales y culturales.

Las actividades profanas que se realizan cada año, son las corridas de toros y los bailes populares en la Plaza Principal.

Entre las religiosas están el Novenario en honor a la Virgen de la Asunción, con entrada y salida de gremios; rosarios dedicados a las imágenes, en casas particulares; y la Semana Mayor.

La fiesta que ha alcanzado mayor esplendor es la de la Virgen de la Asunción, en cuya procesión, el 15 de agosto de cada año, confluyen habitantes de otras comunidades, que vienen a rendirle pleitesía.

Algunas fiestas tradicionales son la Navidad, Año Nuevo y otras de menor importancia.

HANAL–PIXÁN. Es una de las tradiciones de más arraigo en esta comunidad; se dedican el último día de octubre y los dos primeros de noviembre para honrar a los Fieles Difuntos.

Desde mucho tiempo antes, las familias se preparan para hacer los gastos de esta celebración. El 31 de octubre se recuerda a los niños fallecidos, poniéndoles en una mesa, dulces, juguetes, frutas y todo aquello que les gustaba cuando estaban vivos. El 1º de noviembre, dedicado a los adultos fallecidos, se confeccionan mucbilpollos, en lo cual intervienen hombres y mujeres; los varones escarban el hoyo, estiban la leña y las piedras, que luego prenden, y entierran los “pibes”. A la hora y cuarto, aproximadamente, los sacan, y éstos despiden un olor agradable al olfato. Los “pibes” son elaborados por las mujeres; por lo general, los hacen de carne de cerdo y de gallina. El proceso que se sigue es: Poner a cocer el maíz, molerlo, amasarlo con mucha manteca y después preparar una especie de molde, donde se verterá el “col”, ya cocido, con su punto de recado colorado, sal, y chiles. Mientras se hace el trajín, las gentes grandes toman sus jaiboles o cervezas.

La ofrenda de los “pibes” es para la mesa, adornada para la ocasión. En ella se ponen retratos de difuntos, a quienes se les reza. Después de la ceremonia, los asistentes al rezo pueden comer los “pibes”.

El 2 de noviembre es el tradicional “paseo al cementerio”, a donde se llevan flores, se hacen rosarios y se recuerda con cariño a los familiares que se adelantaron en el viaje eterno.

HANLICOL. Es una de las tradiciones propias del medio rural. Consiste en llevar, hasta un lugar determinado, a una persona que se conoce con el nombre de h’men, quien predica, ya sea por la salud de un enfermo o por los malos vientos que azota a una milpa durante la quema y la siembra.

En la consumación de esta ceremonia, se reparte entre los asistentes una mezcla de alcohol, anís y otros elementos. Terminada su predicación, los que ofrecen el acto reparten la comida tradicional.



EL JETZ-MEK. Consiste en llevar al niño -o niña- cargado a horcajadas por una persona que hace el papel de padrino –o madrina-; si es niño, el padrino le dará un machete para que agarre, así el niño aprenderá a trabajar en el campo; un lápiz para que aprenda a escribir, etc.

Si es niña, la madrina le enseñará una aguja para que aprenda a costurar o coser; la plancha para que aprenda a planchar, etc.
Estos actos se realizan en época de luna llena.

EL KUMUJUL. Se realiza principalmente entre la gente campesina. Consiste en llevarle a los padres de la novia presentes como pan, azúcar, chocolate, pavos, aguardientes y, en ocasiones, alhajas. Éstos se consideran una especie de dote a los padres por haber crecido a la novia.

El novio y sus familiares son quienes entregan la dote; se hacen acompañar de un nutrido grupo de amigos cuando se realiza este acto tradicional.

LA CABEZA DE COCHINO. Se efectúa al término de una festividad religiosa y consiste en adornar una cabeza de cochino con bordados relucientes y otros objetos, como panes, papeles de colores, etc. Luego se baila con ella, en casa del patrón donde se realiza la festividad, principalmente con mujeres ataviadas con terno de mestiza, o en las calles de la comunidad, al compás de la música de una charanga.

Este baile también se verifica al inicio de una Vaquería, fiesta propia de la región; se acompaña de la primera pieza llamada “Los Aires del Mayab”, y con el trueno de “voladores”.



Fuente e imágenes: Ensayo Monográfico de la ciudad de Dzitbalché. José Rafael Talavera Sosa. Edición del Ayuntamiento de Calkiní, Campeche. Multi Impresos de Campeche, agosto de 2002.88 Págs.


Los gremios. Fiesta popular en Dzitbalché




Por Teresita Durán Vela

Como todos los años, el mes de agosto, es uno de los más esperados por los habitantes de Dzitbalché en el municipio de Calkiní; pues desde décadas atrás, celebran la tradicional fiesta religiosa, en honor a la Virgen de la Asunción; mediante rosarios, misas, procesiones y gremios, como una forma de venerar la imagen de María Santísima.

Desde los primeros días de este mes, los pobladores de esa ciudad, visitantes, fieles católicos y creyentes de la venerada imagen, asisten a las diferentes actividades religiosas, que empiezan con la tradicional “bajada de la Virgen”, rosarios y misas ofrecidas por cada uno de los gremios; tales actividades religiosas forman parte de la cultura popular de Dzitbalché; una ciudad joven, cuya población, luce sus mejores “galas” durante los días de celebración.

La parroquia de la comunidad, a través de las diferentes agrupaciones y en coordinación con las Mesas Directivas de los Gremios, año con año, se organizan para celebrar las fiestas en honor a la Patrona del pueblo: las mañanitas en el pórtico de la iglesia, la tradicional tamalada en el domicilio de donde saldrá el gremio, la entrada de fileles y socios, con estandartes y pabellones al recinto católico, al compás de las notas de los timbales y con el sonido de los voladores; hace que niños, mujeres y hombres de diferentes edades, vistan sus mejores trajes; llevando flores o velas en las manos, caminan rumbo a las escalinatas de la iglesia; en verdad, estas manifestaciones de admiración a la Virgen de la Asunción, son parte del patrimonio cultural de los habitantes de ese rincón campechano en la región del Camino Real; ya que se unen a los festejos religiosos habitantes de las poblaciones vecinas. Desde luego, que la algarabía , resulta de la combinación de fe, creencias y diversión.

Desde los primeros días de agosto hasta el 21 o 22 del mismo mes, al caer la tarde, socios e invitados de los diferentes gremios católicos, hacen el recorrido por las calles de la ciudad, para llegar al altar principal de la iglesia, depositando flores, velas, veladoras y estandartes; por la noche, después de los servicios religiosos, el público se divierte con la quema del toro petate, lluvia de voladores, cascadas de luces artificales y globos de papel, siguen siendo distintivo de estas fiestas.

El “novenario” –como dicen los de Dzitbalché- es una combinación de fiestas regliosas y paganas, por la noche, se realizan bailes en el Palacio Municipal. En los últimos años, los bailes, han perdido calidad en la contratación de conjuntos y grupos musicales, y aunado a ello, el entusiasmo de los jóvenes y bailadores con música viva, va desapareciendo; pues antes, grupos reconocidos y orquestas, eran contratadas para amenizar las veladas populares. Ahora, la juventud se conforma con música grabada y luces apagadas, pero con reflectores, en un ambiente de “luz y sonido”, para cerrar la noche del gremio; ojalá, los socios de cada gremio, hagan nuevas propuestas para rescatar los tradicionales bailes; y las familias de Dzitbalché, inculquen en sus descendientes, recuerdos y vivencias del “novenario” de antaño; pues, las generaciones de ahora, tienen un conocimiento parcial de la cultura popular, saben que el 15 de agosto, es el principal día de la fiesta, pero quizá no aprecien la riqueza de estas tradiciones propias de su tierra natal.

El “novenario” en honor a la Virgen de la Asunción, no sólo es una actividad de los fieles católicos; personas de otras religiones reconocen que agosto, es tiempo de fiesta en el pueblo, época para reencontrarse con la familia y los amigos; por eso, considero, que los habitantes de ese lugar, deben conservar sus tradiciones, para trascender como una ciudad valiosa, por las creencias de gente. En ese sentido, la autoridad correspondiente de esa Junta Municipal, está obligada a ofrecer buena imagen de la plaza principal, servicios públicos a la altura de una ciudad, calles limpias y en buen estado, para recibir a los visitantes; además, a través de sus regidores, tiene la responsabilidad y obligación, para trabajar por el bien común de toda la comunidad; pueblo y autoridades, tienen el deber moral, de convertirse en el principal promotor de las costumbres y tradiciones, divulgar su cultura, la grandiosa obra de los “Cántares de Dzitbalché” e impulsar la cultura del respeto al patrimonio que caracteriza a los habitantes de ese lugar.

El tradicional “novenario” de Dzitbalché forma parte de la riqueza de los pueblos mestizos del Camino Real, que tanto orgullece a sus habitantes y a los que tenemos algún lazo afectivo con las personas de esa ciudad. Por ello, me permito expresar estas ideas; pero, también como porque soy campechana y somos los campechanos, los más indicados para admirar, preservar y compartir la riqueza cultural de nuestros pueblos y ciudades, así como las creencias de nuestra gente; además, siento un cariño especial por esa tierra, porque es cuna de familias generosas, amigos y personas emprendedoras.

Ojalá, que estas palabras tengan eco en los vecinos de Dzitbalché y en las personas, que si bien no viven en ese lugar, sus raíces son parte de la historia de ese pueblo, convertido hoy en ciudad; pero que necesita de la participación de sus habitantes, para hacerla lucir bella; así los amigos y visitantes no sólo irán el 15 de agosto, sino en cualquier época del año.

Los gremios de Dzitbalché son parte del patrimonio cultural del Campeche de ayer y de hoy; nos corresponde preservar esas tradiciones, para que las generaciones futuras fortalezcan su identidad y sientan amor por la tierra de sus padres y abuelos.

San Francisco de Campeche, Cam. 13 de agosto de 2007.